Tradicionalmente pensamos que la diferencia entre frutas y verduras estriba en el dulzor del alimento. Por ello solemos tomar las primeras a modo de postres y las segundas como acompañamientos en diversos platos o para elaborar nutritivas cremas y sopas.
Pero estamos equivocados. La diferencia entre las frutas y las verduras poco tiene que ver con que las frutas sean o no más dulces que las verduras, o que su color sea más vivo. El verdadero motivo de esa distinción entre estos alimentos está relacionado con su desarrollo y crecimiento.
Como vegetales que son, tanto las frutas como las verduras proceden de las plantas, pero de zonas distintas. Las frutas, a diferencia de las piñas o las fresas, que son infrutescencias, son los frutos de la planta, mejor dicho, los frutos comestibles de esa planta, por lo que en su interior encontraremos sus semillas. Son los ovarios fecundados de la propia planta, de ahí que protejan dichas semillas, fundamentales en el seno del proceso reproductivo vegetal.
Por su parte, las verduras no crecen a partir de las flores, como sí hacen los frutos, sino que corresponden a otra parte de la planta. Forman parte de la planta en sí, pues constituyen su tallo o sus hojas. No crecen de las flores y no participan en el proceso reproductivo del vegetal. La mayoría de ellas no contienen semillas, pero hay verduras que son semillas en sí mismas, como el haba.
Para que lo entendamos: mientras que con la fruta nos comemos el propio fruto, con la verdura disfrutamos del sabor del tallo, las hojas e incluso las raíces de la planta.
A tenor de ello, consumimos por error frutas que en realidad son verduras y verduras que son frutos. Tal es el caso, por ejemplo, de los tomates, considerados a menudo verduras cuando son los frutos (bayas) de la tomatera. O de la berenjena: lo que nos comemos normalmente es el fruto (baya) en forma alargada de la planta del mismo nombre, que pertenece a la familia de las solanáceas. O de los pimientos, baya hueca de color verde, amarillo o rojo que también procede de las solanáceas. O de los calabacines y los pepinos, que son frutas, que no verduras, concretamente las bayas de las cucurbitáceas homónimas.
La variedad en cuanto a la procedencia de las verduras determina que se puedan distinguir las siguientes:
- Tubérculos (papas o patatas)
- Hojas (acelgas)
- Raíces (zanahorias)
- Bulbos (cebollas)
- Tallos (puerros)
- Semillas (habas)
Y entonces, ¿qué es una hortaliza? Las frutas y verduras forman parte de una planta, son partes de la planta y las consumimos de muy diversas maneras. La hortaliza es el todo de esa planta, es decir, la planta completa, con sus semillas, sus frutos, sus raíces, sus tallos y sus hojas. De esta hortaliza consumiremos solo aquellas partes aptas para ello.
Ahora que ya conocemos qué diferencia una fruta de una verdura, podremos aprovechar mejor estos alimentos de origen vegetal para preparar ricos y suculentos platos y consumirlos siempre de manera habitual para cubrir las necesidades nutricionales en vitaminas y fibras necesarias para llevar una vida sana y equilibrada.