Una alimentación sana, equilibrada y variada es fundamental para preservar nuestra salud. La incorporación de superalimentos en nuestra dieta aporta los nutrientes necesarios para que nuestro organismo funcione correctamente a la par que ayuda a prevenir distintas enfermedades.
En el artículo anterior resaltábamos los beneficios de consumir lúcuma, semillas de chía, ajo y espirulina. En este segundo texto hablaremos de cuatro alimentos poderosos para nuestra salud.
Aceite de oliva
El cultivo del olivo está documentado arqueológicamente en la franja sirio-palestina desde, al menos, el 5000 a.C. Del comercio del aceite de oliva dan fe los autores grecolatinos en obras como la propia Odisea, lo que denota la importancia de este producto en el Mediterráneo antiguo.
Las propiedades de este alimento son sumamente destacadas. En primer lugar, el aceite de oliva es rico en ácidos grasos libres y en grasas monoinsaturadas, lo que permite reducir y regular los niveles de colesterol en sangre y prevenir accidentes cardiovasculares. También contiene vitaminas E y polifenoles, sustancias que retrasan la oxidación celular y minimizan los riesgos de desarrollo de células cancerígenas. Asimismo, la presencia de vitamina k, además de fortalecer la densidad ósea, previene la aparición de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer.
El aceite de oliva es un alimento que tiene múltiples usos culinarios. Por ello, para poder beneficiarnos de sus propiedades, podemos emplearlo para aderezar ensaladas, como la exquisita caprese, en la cual el sabor de este líquido conjuga a la perfección con la mozzarella de búfala y la albahaca fresca.
Moringa
Este árbol crece en países como India, Etiopía y algunos países tropicales y cuenta con múltiples propiedades nutricionales. Las hojas son consideradas superalimentos debido a su alto contenido en vitaminas A, B y C. También son ricas en hierro, potasio, calcio y aminoácidos.
Además de las hojas, pueden consumirse las flores como infusión para paliar los síntomas de los catarros, las vainas y las semillas, que son beneficiosas para aquellas personas que presentan problemas cardiovasculares. Con estas últimas puede elaborarse un aceite que contiene ácidos grasos monoinsaturados, lo que ayuda a reducir el colesterol malo.
Las hojas de moringa cocinas son un excelente acompañamiento para cualquier plato, pues su sabor es muy similar al de las espinacas. También podemos molerlas y preparar un rico aderezo para condimentar ensaladas, platos de pasta, etc.
Semillas de cáñamo
Empleadas con valor medicinal y como alimento en la China antigua, el aporte nutritivo de estas semillas las ha convertido en un alimento poderoso con el que completar nuestra dieta. Tienen un alto contenido en proteínas, fibra, ácidos grasos omega 3 y omega 6, aminoácidos, hierro, magnesio y vitamina E.
Son muy beneficiosas para fortalecer el corazón, estimular el tránsito intestinal y retrasar el envejecimiento y la oxidación celular. Además, como son ricas en proteínas, son el complemento perfecto para dietas vegetarianas o veganas.
Podemos disfrutar de su singular sabor preparando batidos de frutas y semillas de cáñamo.
Hierba de trigo
Este superalimento es un excelente estimulante natural, por lo que su consumo es ideal para empezar con energía el día. Contiene importantes vitaminas, como la vitamina C y la vitamina A, imprescindibles para prevenir el envejecimiento, curar catarros y reducir los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares o neurodegenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer. También es rica en minerales comocalcio, hierro y magnesio, así como en enzimas, proteínas fundamentales para el óptimo funcionamiento de nuestro metabolismo.
Como las semillas de cáñamo, la hierba de trigo podemos prepararla en zumos; además de deleitarnos con el sabor, es perfecta si tenemos anemia o carencias nutricionales importantes.
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