Desde que la actividad económica menguara en nuestro país a consecuencia de la crisis, la Administración de Hacienda ha debido de ingeniárselas para que su recaudación de impuestos no se viera alterada por la malversación, el impago o el fraude. De ahí que la agencia dirigida a manos del ministro Cristóbal Montoro haya decidido tomar las riendas del asunto con una iniciativa de vigilancia exhaustiva de las actividades cotidianas de los ciudadanos. Colegios y comunidades de vecinos tampoco se libran a día de hoy de esta decisión, escenarios que en cualquier circunstancia pueden ser irrumpidos por el personal de la tesorería pública.
La Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT), que ha bautizado esta iniciativa como Plan de visitas de inspección, la ha llevado a cabo como una solución eficaz para luchar a pie de calle contra el fraude. Su objetivo principal es compensar la pérdida de la recaudación, que durante el ejercicio del año pasado estuvo representada por un total de 20.446 actuaciones presenciales, un número de intervenciones que casi redobla las 11.964 realizadas durante el curso del 2011. Además de disuadir el fraude de los contribuyentes, esta acción gubernamental también pretende ser un modo de dinamizar el cumplimiento voluntario de la ley. De ahí que el asalto a acontecimientos tan íntimos como las bodas esté vagamente justificado como una forma de invitar a parientes o invitados al evento a descubrir el pastel, empujándoles a manifestar qué tipo de servicios habrían sido realmente contratados por los interesados durante el enlace.
Una de las medidas llevadas a cabo para potenciar la practicidad de estas inspecciones es preparar con conciencia y tesón a los trabajadores de la AEAT. Por este motivo, la Agencia Tributaria ha generado una serie de cursos preparatorios que ayudan a los representantes de la administración a mejorar sus aptitudes ante este tipo de incursiones de cariz más bien privado. Acudir a una celebración familiar o a una comunidad de vecinos para exponer en sociedad alquileres o facturas no declaradas no es tarea apta para cualquier individuo, por lo que se considera que la presión a ejercer por los colaboradores del Ministerio de Hacienda debe estar más que trabajada.