El gluten es una proteína, compuesta por gliadina y glutenina, que está presente en la mayoría de los cereales, como la cebada, el trigo o el centeno. Más del 1% de la población tiene intolerancia a esta proteína, intolerancia que en muchas ocasiones viene acompañada de otras enfermedades. Una mayor sensibilización por parte de la sociedad y la disminución de los precios de los alimentos sin gluten son las demandas principales de los celíacos.
El gluten se localiza en el pan, pero también en otros alimentos que llevan cereales o harinas, ya que esta proteína permite que estos productos adquieran la estabilidad y espesor necesarios para su elaboración. La Federación de Asociación de Celíacos de España define cuatro tipos distintos de celíacos en función de la sintomatología y la aparición de la enfermedad. Y es que muchas personas desarrollan esta afección durante la adolescencia o la edad adulta.
Aquellas personas que sufren intolerancia al gluten deben controlar su alimentación de manera exhaustiva. Por ello, además de no consumir productos elaborados con cereales o harinas, deben evitar aquellos elaborados de manera artesanal, ya que la mayoría de ellos emplean harinas como espesante.
Y entonces, ¿qué podemos comer si somos celíacos?
La Federación de Asociación de Celíacos de España apunta en su página web aquellos alimentos permitidos para los intolerantes al gluten. En general pueden comer cualquier alimento que no haya sido tratado, es decir, pueden consumir carne, pescado, verduras, frutas, arroces, legumbres y lácteos, siempre y cuando no hayan sido procesados ni, por supuesto, adulterados. Es, por tanto, con los alimentos industrializados con los que tenemos que tener cuidado.
Pero si casi todo está industrializado y procesado, ¿qué hacemos? Por supuesto, leer siempre los ingredientes y la etiqueta del producto para verificar que el alimento no contiene trazas de gluten, almidón o cualquier tipo de espesante, por ejemplo.
Al margen de los productos naturales (carnes, pescados, frutas y verduras frescas), podemos consumir, por ejemplo, fruta el almíbar o confitada, mermelada, mantequilla, cualquier tipo de aceite y de grasa animal, verduras y hortalizas congeladas que no hayan sido cocinadas previamente, cualquier variedad de fruto seco crudo, leche (entera, desnatada, semidesnatada, de soja, con calcio, omega 3…), yogurt (natural o griego), queso fresco o tierno, pescados ahumados, cocidos o congelados (estos últimos no deben estar rebozados), mariscos cocidos o congelados, conservas (solo al natural o en aceite; nada de conservas en escabeche, por ejemplo), arroz, legumbres (cocida o secas) y salsas caseras.
Hay que tener especial cuidado con algunos productos, como las cervezas, que normalmente llevan gluten, aunque en el mercado existen cervezas aptas para celíacos. También hay que prestar atención a los caramelos y golosinas, las bebidas industriales y las salsas, como la de soja, que son susceptibles de contener gluten en su composición.
Como hemos indicado, hay alimentos que, de entrada, están vedados a los intolerantes al gluten, como el pan, las galletas, la pasta o la pizza. Por ello, si queremos comerlos tendremos que encontrar estos productos en tiendas especiales para celíacos, donde hay pasta o pan sin gluten.
En cualquier caso, a pesar de que nos lo indique el fabricante y la etiqueta del producto así lo informe, es recomendable siempre adquirir productos que hayan sido certificados por la Federación de Asociaciones de Celíacos (FACE) o por la Unión Europea (alimentos con la certificación ELS).