Está en boca de todos. La dieta del ayuno intermitente ayuda a perder peso y recuperar la figura, pero, como cualquier dieta, debe ser supervisada por un médico especializado en nutrición.
Se ha puesto de moda porque consigue resultados sorprendentes. Como su propio nombre indica, la dieta se basa en hacer ayunos periódicos en horas definidas por el médico, bien semanalmente, bien diariamente. Si se opta por el ayuno intermitente diario, el paciente deberá estar sin comer durante las horas establecidas. En cambio, si se elige seguir el ayuno intermitente semanal, durante un par de días se reducirá de manera importante la aportación calórica. Dentro de este tipo de ayuno semanal debemos mencionar el ayuno de 24 horas y el de 48 horas, que supone estar sin comer durante ese espacio de tiempo. Ambos tipos requieren vigilancia nutricional por parte de un experto en dietas.
El más habitual es el ayuno intermitente diario. Dentro de este, también se pueden diferenciar varios tipos en función del espacio de horas que se esté sin consumir alimentos. Los más habituales son el ayuno 16/8 y el 12/12.
- Con el ayuno 16/8 se está sin comer durante 16 horas y la comida se produce en esas 8 horas restantes. Por ejemplo, si la primera comida la hacemos a las 8 de la mañana, tenemos hasta la 4 para comer. A partir de ese momento, comenzará el ayuno.
- El caso 12/12 es similar: 12 horas sin probar bocado. En las 12 horas restantes se tomarán los alimentos y se realizarán las comidas necesarias. Ambos tipos de ayunos suponen una reducción calórica importante, de unas 400-500 kilocalorías al día.
Por eso, es una dieta que cuenta con tanta aceptación entre aquellas personas que no consiguen perder peso con otras pautas nutricionales.
Qué beneficios tiene el ayuno intermitente
Ya hemos indicado que el más importante de ellos es la dismunición de ingesta calórica, con la consiguiente reducción calórica corporal, lo que se traduce en reducción de kilos y en pérdida de volumen. Pero es necesario que la dieta sea supervisada por un médico para evitar cualquier problema.
Además de la pérdida de peso, tiene otras ventajas:
- Disminuye los problemas circulatorios y cardiovasculares.
- Ayuda a mantener a raya los niveles de azúcar en sangre.
- Reduce el colesterol y la presencia de grasas en el organismo.
- Es perfecta para personas que tienen un metabolismo lento.
- Combate el envejecimiento celular.
- Ayuda a reducir la posibilidad de que aparezcan enfermedades como el cáncer, pues limita la presencia de células tumorales y evita su crecimiento.
- Mejora la salud emocional: favorece el autocontrol y contribuye a reducir la ansiedad provocada por el hambre.
Las ventajas de este tipo de alimentación son muchas, pero ello no quiere decir que todo valga. Por eso, es necesario que informemos a nuestro médico para que nos dé las pautas a seguir.