Estamos en la calle o simplemente en casa realizando las tareas domésticas. Hace más de 35 grados y el calor se hace insoportable. Para paliar sus efectos, decidimos tomar una bebida bien fría, pero ¿realmente nos refresca?
La primera sensación es que sí. Cuando tomamos una bebida bien fría se produce una sensación refrescante en el paladar que puede hacernos creer que el calor desciende, pero no es así, sino todo lo contrario: al cabo de un rato sentiremos más calor y tendremos más sed. La explicación es muy sencilla: la bebida que tomamos fría, da igual que sea una cerveza, un refresco, un tinto de verano o simplemente agua, enfriará nuestra temperatura corporal, así que el organismo tendrá que trabajar el doble para recuperarla. El resultado es que esa bebida aumentará su temperatura para igualarse a la del cuerpo, y este, después del trabajo extra, demandará más líquido pues nuestra sensación de calor habrá aumentado.
Entonces ¿qué temperatura deben tener los líquidos para refrescarnos? Es lógico que con el calor no nos apetezca tomar sopas y demás líquidos calientes, pero, lejos de lo que pensamos, beber un plato caliente nos refresca más que uno frío, pues nos hará sudar mucho y ello enfriará nuestro cuerpo más. A pesar de ello, tampoco hace falta recurrir a tomar líquidos calientes para enfriarnos. Si tomamos bebidas a temperatura ambiente también notaremos esa sensación de frescor, más incluso que si son frías. Además, los efectos se prolongarán durante más tiempo, puesto que nuestro organismo no tendrá que esforzarse para regular su temperatura.
Con el tipo de bebida sucede algo similar. Cuando sudamos o hace un calor excesivo creemos que lo mejor es tomarnos un refresco, una cerveza o un tinto de verano, por ejemplo, ya que parece que nos refresca y nos hidrata más. Pero también estamos equivocados. Para combatir el calor lo único que quita realmente la sed, nos refresca y a la par nos hidrata es el agua. El resto de bebidas que tomemos no aporta hidratación ni contribuye a mejorar el funcionamiento de nuestro cuerpo durante ese momento de calor. Es más, algunas incluso nos puede causar deshidratación. Es el caso de las bebidas alcohólicas, que provocan la pérdida de líquido corporal, es decir, de agua.
El agua es la única bebida que realmente quita la sed, la única que nos refresca y la única que evita que nos deshidratemos. Por ello, beber agua a temperatura ambiente o fresca es lo más recomendable para hacer frente las altas temperaturas veraniegas.
Pero también podemos tomar otras bebidas complementarias que contribuirán a hidratar nuestro organismo: los zumos naturales de frutas, sobre todo de limón, y las sopas son perfectas para aportar nutrientes a nuestro organismo y evitar la deshidratación. También es aconsejable aumentar la ingesta de frutas y verduras. En este sentido, las frutas de temporada como la sandía o el melón, por ejemplo, son perfectas para ello.
Como vemos, para contrarrestar los efectos del calor mientras cuidamos nuestra salud solo hace falta agua y aumentar la ingesta de frutas y verduras naturales. Y, por supuesto, buscar siempre la sombra.