El enemigo número uno. Aquello que hay que combatir. Las responsables de nuestros michelines. Las grasas no tienen muy buena fama pero se trata de uno de los nutrientes que aportan más energía a nuestro cuerpo.
Las grasas son básicas para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, concretamente aportando energía al mismo. Pero también son las responsables de estimular el cuerpo para que procese adecuadamente las vitaminas A, D, E y K y forman parte de la composición de los tejidos nerviosos y las hormonas. En la etapa de crecimiento resultan esenciales, ya que los ácidos grasos participan en este proceso. Como vemos, las grasas de por sí no son malas, el problema viene cuando ingerimos más de la cuenta o del tipo menos recomendado. Pero vayamos por partes.
¿De dónde viene la grasa que consumimos?
Básicamente proviene de dos lugares:
- Grasa visible: Es aquella que añadimos a los alimentos, bien al cocinar o bien al condimentar. También es aquella que se encuentra alrededor de la carne y es fácilmente separable.
- Grasa invisible: Es aquella que está dentro de los alimentos de manera natural o bien se añade durante su procesado.
¿Todas las grasas son iguales?
Independientemente de dónde provenga la grasa, no toda es igual ni igual de sana para nuestro organismo.
- Grasas "malas": Son básicamente las grasas trans y las saturadas. Su abuso es una de las principales causas de accidentes cardiovasculares y del elevado nivel de colesterol en sangre. Encontramos este tipo de grasa en alimentos como los quesos grasos, las carnes grasas, los embutidos, la leche entera y sus derivados o la mantequilla.
- Grasas "buenas": Son las poliinsaturadas y las monoinsaturadas. Este tipo de grasas ayudan a cuidar el corazón. Las encontramos en alimentos como el aceite de oliva, girasol y de soja, la margarina, los frutos secos, el pescado azul o el aguacate.
¿Cuál es la cantidad diaria recomendada de grasa?
Según la American Heart Association se recomienda la ingesta de las siguientes cantidades:
- Del total de calorías ingeridas al día, las grasas no deberían superar nunca el 30-35% del total. El resto deberían venir de las proteínas y los carbohidratos.
- De este 30-35% de grasas ingeridas, el porcentaje de grasas saturadas nunca debería superar el 10%.
- El porcentaje de grasas poliinsaturadas debería corresponderse al 10%.
- Aquellas que provengan de las grasas monoinsaturadas, podrían llegar a suponer el 15%.
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